Para hoy, tenía preparado otro texto, más relacionado con que postres hacer en San Valentín, o como sorprender a tu pareja, con algún dulce en forma de corazón. Pero me ha ocurrido algo que me ha hecho reflexionar.

Os pongo en situación, yo estaba por la mañana en el obrador, haciendo bizcocho de almendra, y ha entrado un señor, preguntándome si le podía hacer algo que fuese totalmente integral, y la experiencia me ha jugado una mala pasada, porque he prejuzgado, y lo primero que he pensado ha sido, “jolin, a ver cómo le explico a este hombre que aquí todo es sin gluten, que no hacemos pan de centeno…” lo del centeno viene de lejos…

Para mi sorpresa, muy grata, el señor me ha dicho, “no me importa que sea sin gluten,  quiero unas galletas o unas magdalenas que sean totalmente integrales, que no tengan azúcar blanca, ni harinas refinadas porque yo endulzo las cosas con miel orgánica”.

En ese momento me he declarado su fan. Después de hablar un poquito y que me dijese lo que suele comer y lo que no, me ha dicho que tiene 85 años ¡guau! Es la viva imagen de la salud, física y mental. Cada vez me interesaba más, todo lo que tenía que decirme y me iba sorprendiendo a cada palabra, porque sabía muchísimas cosas sobre nutrición, los azúcares simples y la curva de azúcar que hacen en sangre, el desayuno que se hace cada mañana, fascinada me tenía, mientras el bizcocho, que estaba en el horno, pitaba para que lo sacara ya, ahí he sido consciente que llevaba hablando con él más de 30 minutos. Cuando se ha marchado dejándome el encargo hecho, he pensado, ¡es un realfooder! Y me he reído yo sola.

Terminando de hacer las tartaletas de galleta y nutella, estaba pensado, que quizás no es cuestión de generaciones o de donde hemos crecido o cómo nos educaron, si no de saber entender y ser empáticos. Quiero decir, se justifican ciertos comportamientos machistas a una generación con la excusa de: “es que es lo que hemos vivido” o “antes las cosas se hacían así”. O no se entiende que una persona haya elegido no comer proteína animal, por decisión propia, solo por querer hacer el mundo un lugar mejor o por convicciones ideológicas.  O el bullying, en los colegios, que se tapa bajo la excusa de: “son niños”, que también existe en el ámbito laboral con el nombre de mobbing.

Si todo esto me lo llevo a mi ámbito, no os quiero ni hablar de lo que resulta para una persona que tiene ciertos alimentos restringidos, salir a comer fuera de casa, puede parecer un poco frívolo, pero te acaba minando la moral, que tu postre siempre sea fruta o algún helado de hace dos veranos, y que encima te miren como si fueses un problema para ellos; y además de regalo te llevas la manida frase de: “Si por un poco no pasa nada”

La reflexión que he sacado es que no hay excusas que valgan para entender aspectos de la vida, que se han ido desarrollando en las últimas décadas, bajo el pretexto de: “es que en mis tiempos las cosas no eran así”. Sigues viv@, por lo tanto, estos también son tus tiempos.

Todo se puede aprender e interiorizar. Para mí desde este momento no hay excusas que valgan Si una persona que nació en 1937, en plena guerra civil, donde se pasaba hambre, hambre de verdad, sabe todo esto sobre la nutrición que alimentos son mejores y de cuales debes huir, sin haber tenido una formación académica sobre el tema. Todos; me incluyo yo, deberíamos informarnos más sobre cualquier asunto que vayamos a criticar, para hacerlo con conocimiento de causa, no por unas ideas preconcebidas.

Hoy ha tocado un blog, de los intensos, que no se si es por mi trabajo, pero tengo muchos ratos para pensar en este tipo de cosas, y cada día tengo más claro que nos iría mejor a todos si fuésemos más tolerantes y empáticos. Después de la chapa que acabáis de leer, os prometo que el lunes si que sí, os cuento como sorprender a vuestro crush.

¡Hasta el próximo lunes!