Últimamente mis jueves son reflexivos, creo que es porque, es el día que aprovecho para elaborar la mayoría de los dulces, pasteles y tartas para el obrador, para que de cara al fin de semana encontréis mas variedad en la vitrina. La mayoría de mis pensamientos hoy iban dirigidos a un nuevo proyecto que estoy poniendo en marcha, pero en los momentos que me saturaba, cambiaba y me miraba las manos, que las estaba usando para hacer cookies de limón y frutos rojos, en ese momento solo podía pensar una cosa ¿Cuánto vale lo ARTESANO?

Os cuento un poco como funciona mi cabeza, no se si a muchos os pasará, pero yo no puedo pensar en una única cosa al momento, sino que varias ideas pueden surgir a la vez y derivar en otras; entonces mientras estoy realizando una tarea repetitiva, como hacer galletas, o decorar una tarta, una parte de mi esta atenta a que todo vaya bien y otra pone el piloto automático y se pone a pensar en otras cosas.

Hoy, al mirarme las manos, lo primero que he pensado es que, en mi opinión, no se valora nada los productos artesanos, no porque yo los realice, que también, si no que estamos metidos en una vorágine de consumismo, donde los pequeños detalles han perdido todo el valor.

Solo se mira si es más económico o menos que en el supermercado, si obtenemos mas cantidad a menor precio sin atender a sus componentes, o no pensamos la repercusión que tiene comprar toda nuestra comida en una gran superficie.

Como siempre me meto yo la primera, también hacia toda la compra en un mismo supermercado, y entiendo los motivos, comodidad y ahorro de tiempo, perfectamente comprensible, pero desde hace unos meses intento no hacerlo así, porque empecé a ver mi trabajo como un ARTE SANO. Y lo extrapolé al resto de profesiones, al que trabaja la madera, al carnicero y el pescadero, al hortelano y el ganadero.

No se nos ocurre comparar un jamón de un cerdo criado en libertad que, andado por el campo, comido pastos y bellotas, a uno que ha vivido sus pocos años de vida bajo un fluorescente y ha comido pienso, lleno de calorías vacías, para que engorde todo lo que pueda y más. Oye no critico ni uno ni otro, los dos son aptos para el consumo, pero no son comparables. Y creo que nadie los pone en la misma balanza, todos sabemos que el primero tendrá mucho mas valor económico y mucha más calidad.

Pues lo mismo para todo lo demás, me podré de ejemplo, porque me pilla muy de lleno, no puedes poner en la misma franja de calidad un pan elaborado por una máquina, en la que la receta esta pensada para que les deje la mayor cantidad de dinero posible, a uno que se ha elaborado a mano, literal que los hago yo con mis manos, los amaso y les doy forma. La receta está estudiada, y probada, para que aparte de que tenga buen sabor, todas sus cualidades organolépticas sean las de un pan, que a vosotros que lo consumís os siente bien, no tengáis una digestión pesada, y además os aporte valor nutricional.

Todo esto también aplicable a tartas, galletas, magdalenas y todo lo que elaboro, pero no solo lo veo en mí. Un amigo proto abrirá las puertas de su taller, y ofrecerá un servicio de lavado de coches en profundidad, esto tiene un nombre que ahora mismo desconozco, y jamás se podrá comparar el servicio que el ofrecerá al que te hace el lavadero por un euro con cincuenta.

Es totalmente entendible que cada uno sea libre de elegir que comprar o donde gasta su dinero, pero si optas por el segundo grupo de productos y servicios; tendrás que saber también, que no tendrán el valor añadido de los que son artesanales.

Por eso, a tod@s los que alguna vez habéis infravalorado un producto o servicio artesano, deberías replantearos todo lo que he expuesto hoy aquí y haceros la siguiente pregunta:

  • ¿Qué es para mí la calidad?

                       Os leo en los comentarios ¡Hasta el próximo lunes!